sábado, 18 de octubre de 2014

De ficciones y bibliotecas

Mis laberínticos lectores. El día de hoy sacaré mi as bajo la manga. Un autor argentino que tiene una importancia enorme en la literatura mundial. Se trata de nada más y nada menos que Jorge Luis Borges, mi tema de tesis de maestría y además una obsesión extraña que tengo desde que un profesor en la Universidad de Guadalajara me lo presentó.
Lo que les puedo decir de este magnánimo ícono de la literatura es mucho, pero el día de hoy hablaré de la cercanía que tenía con el mundo del libro, y la biblioteca. A pesar de que muchos ya han analizado lo fantástico en él, podemos destacar entre bastantes otras cosas, las figuras poéticas que maneja. Laberintos, tigres, monedas, los gauchos, los espejos, pero uno muy importante es la biblioteca, como dice Jorge Carrión en Librerías, explicando a detalle la función de una colección de libros y la factibilidad social que puede tener. El conocer el sistema de clasificación y fatigar las estanterías, no es la única función del bibliotecario. Debe tener ese enciclopedismo aunque no totalitario para conocer el ir y venir del libro.
Y Borges es muy distinto en sus etapas de Fervor de Buenos Aires, su primer poemario donde camina por todas las calles, a otros como El aleph, o El libro de arena, donde vemos personajes enfrentando a las fuerzas extrañas como diría Lugones en espacios como escuelas, bibliotecas, jardines y laberintos, o chocando de pronto con ideales de conocimiento como “Funes el memorioso”, “El aleph”, “La biblioteca de Babel”, o por qué no sus ensayos de los dos tomos de Inquisiciones, como “La esfera de Pascal” y “La biblioteca total”.
Pero, ¿por qué el uso tan desmedido de las bibliotecas? Aquí Freud se remitiría a las pulsiones que lo marcaron desde niño. Pero vamos más allá. Borges usa las bibliotecas como medio de conocimiento. “Los árboles no te dejan ver el bosque”, lee el popular dicho oriental. Toda la manera en que conocemos algo de la cultura es por libros, o los cúmulos de saber, que también pueden ser metáforas o sinécdoques de libros.  Los personajes borgeanos están atados a un mundo donde el saber no los hace libres.
Saber un poco de la vida es enfrentarnos a esas bibliotecas inconmensurables que tanto amaba poner. Lugares donde todo se refleja y crea dobles de uno. El ensueño de la vida cotidiana nos lleva a desear poseer el mundo, pero es un mundo laberíntico que nos atrapa. Pero estamos ahí por nuestro gusto.
La escritura de Borges es muy distinta según sus etapas. Poemarios tiene varios con tonos ultraístas donde resalta el realismo y el lenguaje está renovado; ensayos tiene más y de todo tipo. Aunque advierto de los ensayos: llegan a parecer cuentos. Y su narrativa —de vez en vez ensayística— va de los hechos de Historia universal de la infamia, a la gauchesca, lo fantástico y un poco más.

Mis laberínticos lectores. Dejo el libro abierto para que busquen a Borges y se unan al gran grupo que, como Harld Bloom, creemos que es un autor del que no podemos ignorar.

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