sábado, 25 de octubre de 2014

Leer o no leer teatro

Mis teatrales lectores. Ya es la última semana del Cervantino y muchos de los residentes de esta ciudad estamos esperando ―al igual que los taxistas― a que termine el caos vial y la sobrepoblación del pequeño Guanajuato. Como sabrán todos ustedes, están por cumplirse los 19 días de agonía artística. Y lo digo por la manera en que nos enfrentamos los residentes a tantas visitas, tanto consumo y el desmedido turismo que invade nuestra ciudad. Es muy interesante leer este hecho ―por robarle las palabras a mi compañero Alejandro Briseño―. Y quisiera reflexionar sobre algo medianamente olvidado de la literatura y que muy rara vez aparece en columnas literarias como éstas: El teatro.
¿Cuántos de ustedes llegaron a ver alguna obra de teatro en este FIC? Y aunque la experiencia es muy similar a la adaptación de una película, el estar en un escenario e incluso sentir las vibraciones de la voz del actor ―como si de un excelente sistema surround se tratase― no tiene precio.
En todos mis años como profesor, en una ocasión me tocó ser profesor de teatro en secundaria. La experiencia no la cambiaría por nada y estaría encantado de volverla a repetir. El ver surgir de cero una obra, de sentir esa adrenalina al memorizar una línea, o el dar a tu público la escuras perfecta de un buen espectáculo que se refleja en un aplauso.
El origen del Festival Internacional Cervantino son los Entremeses de Cervantes. Que tal vez deberían llegar a leer si es que no los han visto. ¿Qué me dicen de Oscar Wilde? Excelentes obras que tachan lo ridículo en sus diálogos, aunque no llegan al gusto de Molière y sus tan agradables puestas en escena. En México está Rosario Castellanos con el ya reseñado Eterno femenino. O podemos ponernos más metafísicos y leer a Beckett. La experiencia es sumamente grata en su lectura, pero verlas en escena es algo sumamente distinto.
Les recomiendo darse una vuelta este viernes y sábado a las 18:00 al Anfiteatro de Mina de Rayas. Es un espectáculo increíble. Lleno de intertextos y momentos de “humor” si así les podemos llamar. Anamnésis es el nombre de la obra escrita por Jaime Chabeau exprofesa para el Cervantino y tiene bastantes puntos shakesperianos para ser del gusto de los lectores un poco conocedores de la trascendencia del teatro. Si no se tiene esta base imprescindible para apreciar este arte, igual se puede disfrutar, pues un libro o haber pagado ciertos pesos por estar presente en la luneta no te dan esa apreciación nata por el arte. Se puede disfrutar sin problema, pues algo que tiene toda obra es que es humana. Y es justamente la demencia, la pulsión sexual y otras tantas marcas las que nos muestra este grupo.

Dense una oportunidad y vean esta obra donde, mis teatrales lectores, podrán estar en contacto con un ápice de las distintas caras de las musas de Apolo.

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